Desde la implementación del Sistema de Importación de la República Argentina se ha vuelto cada vez más difícil obtener una Licencia para importar. Sólo aquellos que logran acuerdos de precios, pareciera que logran acceso a los dólares.
Lunes 2 de enero de 2022, Mg. Yanina S. Lojo
Con la implementación del Régimen SIRA en octubre de 2022, se suponía que el comercio exterior iba a tener un mayor nivel de certidumbre. Casi tres meses después la incertidumbre abunda y cada vez son más los sectores que están muy preocupados porque sus operaciones están cada vez más cerca de parar y la única opción que tienen algunos es aceptar acuerdos de precios, pero la duda es cada vez más grande ¿con tantos sectores dentro del acuerdo de precios, habrá dólares para todos? ¿Y qué pasa sino?
¿Qué importamos los argentinos?
Cuando el sistema SIRA se puso en marcha quedó en evidencia que no todo son “toallas”, sino que el 80% de las licencias solicitadas correspondían a insumos destinados a la industria nacional.
Y según datos provistos por la Cámara de Importadores de la República Argentina, el 80% de las importaciones de nuestro país se corresponden a productos que no tiene fabricación nacional. En otras palabras, poner en jaque las operaciones de comercio exterior complica el consumo y el abastecimiento local.
¿Cómo se relacionan las importaciones y la inflación?
A medida que el nuevo régimen fue avanzado, empezamos a ver modificaciones en la normativa cambiaria. Con la Comunicación A 7622 se estableció un régimen cambiario muy estricto para todas las operaciones con SIRA, pero a medida que pasaron los meses, se fueron introduciendo cambios. Y uno de los primeros fue cuando se ingresó un listado de posiciones arancelarias – las que dentro de las SIMI eran consideradas categoría C -, con las que se podría acceder al mercado antes de la fecha indicada en el MULC para poder pagar sus obligaciones. Pero en el régimen quedaba claramente establecido que la empresa debía prestar declaración jurada que, si había sido llamada para un acuerdo de precios, tanto esta como el grupo empresario al que podría pertenecer, no se había negado a participar o había incumplido el mismo.
A medida que empezó a transcurrir el tiempo, y las SIRA no eran aprobadas, cada vez más sectores comenzaron a ser citados a la Secretaría de Comercio. El objetivo: invitarlos a participar de un acuerdo de precios a cambio de acceso a los dólares.
Se les planteo primero a las empresas de alimentos, luego fueron las proveedoras de combustible, después llegaron las firmas productoras de calzados, de indumentaria, proveedoras de envases para la industria alimenticia, los laboratorios, importadoras de bananas y así podríamos nombrar algunos más que aún no han salido en ningún diario.
El compromiso es: congelamiento de precios por 90 o 120 días, o incrementos de no más del 3% en el mismo periodo. A cambio, se le brindaría acceso al mercado. La realidad es que lo que se les brinda es la aprobación de la SIRA, los dólares llegarían después: ¿Cuándo? Después de que la mercadería arribe al país. En general, se prometen plazos de 30 días y eso es lo que se ve en la pantalla del MOA. ¿El problema? Hace dos semanas atrás la aduana implementó un cambio en el sistema, que hace que se informe una nueva fecha, la definitiva, de acceso al mercado de cambios. Esa es la que da verdaderamente acceso al mercado y sólo se conoce con posterioridad a la importación. En algunos casos, los plazos se acortan, pero en otro se alargan. La respuesta oficial de la AFIP: la fecha depende del flujo de fondos del BCRA al momento de la nacionalización.
Cuando se conoció el número de inflación del mes de noviembre, todos quedaron sorprendidos. Incluso muchos dudaron. Pero la respuesta se puede encontrar en este tipo de prácticas. Se fuerza a ingresar a diferentes sectores a acuerdos de precios, en particular aquellos que llegan a las bocas donde el INDEC medirá la variación de precios. En otras palabras, en lugar de tratar el problema de fondo de la inflación, artificialmente se está forzando a la baja en determinados sectores. Algo parecido a lo que está pasando con el combustible, que debe aumentar un 4% cada mes, pero se decidió que desde el 1 de enero de 2023 estos incrementos se produzcan en la segunda quincena, teniendo así un menor impacto sobre el índice de precios. Algunos podrían opinar que no está mal, que es una manera de querer ejecutar una política de control de precios, el problema es que muchas empresas solamente importan un insumo – que no está disponible en el país -, y el resto es elaborado de manera local. Y los costos locales no siguen el crecimiento del 3%. Entonces las fábricas se encuentran en la disyuntiva de qué hacer: cómo garantizar incrementos del 3% cuando los costos suben por encima, cuando existe inflación en dólares y cuándo no sabemos realmente a cuánto va a estar el dólar cuando puedan girar, si es que finalmente pueden.
Muchos creen que hay que tirar hasta abril que van a empezar a entrar nuevamente los dólares del campo, pero más allá de que en el contexto de la sequía nadie sabe cuánto realmente va a ingresar, no pareciera que la política de administración de las importaciones esté vinculada directamente con esto. Por el contrario, la sensación es que se espera a que un sector productivo esté a punto de pararse y entonces se los intima a ingresar a un acuerdo de precio. Esta política puede entenderse con grandes grupos empresariales, que tienen capacidad de negociación con los proveedores locales, pero para una PYME, dónde su poder de negociación es bajo o nulo, es ponerla contra la espada y la pared: es bajar la persiana hoy o correr el riesgo y descapitalizarse. Quizás en 3 meses pueden seguir o quizás hayan llegado al final de su camino.
La razón por la cual no hay acceso a los dólares financieros
Ante la dificultad para acceder a la divisa oficial, y ante la escasez de reservas, muchos importadores vienen reclamando que se libere el acceso a los dólares financieros. Sin embargo, eso parece que no va a suceder. Hoy quien desee acceder al MEP o al CCL debe firmar una declaración jurada donde deja constancia que en los últimos 90 día no hizo operaciones en estos mercados, y que por los próximos 90 tampoco lo hará.
Lo que muchos importadores planteaban y no sin razón, es que, ante la falta de reservas, se permitiera a las empresas operar libremente en el MEP y en el CCL donde se dan operaciones entre privados. Del otro lado, los detractores de esta medida indicaban que esto tendría un fuerte impacto en el precio de los productos. Pero la realidad es que cualquier comerciante o fabricante podría decir es que, ante la incertidumbre, los precios se fijan al dólar más alto. Así que la corrección no podría no ser significativa, por el contrario. Permitiría ir preparando el camino para una posible salida del cepo.
Pero la verdadera razón detrás de este cepo a los dólares financieros está en la inflación. Si las empresas pudieran operar libremente, no ingresarían a estos acuerdos de precios. Y el resultado sería que no se podría mostrar un número menor de inflación. ¿Es real? Mmm. Pero ¿sirve? Si. Pensemos en las tasas de interés y la deuda, si la inflación “baja” se puede articular una política de baja de tasas de interés, lo que permitiría que los bancos vuelvan a prestar y generar de esa manera, que haya mayor dinero en la calle para incrementar la demanda. Por otro lado, al momento de la licitación de deuda las tasas ofrecidas tendrán que ser menores, y los bonos duales que ajustan por inflación y por devaluación, como siguen los valores oficiales, tendrían un menor costo. A su vez, las jubilaciones y los sueldos de los empleados públicos deberían guiarse por los valores oficiales de la inflación, y se irían licuando.
¿Qué pasa con el resto de la economía?
El primer problema son las tarifas y los impuestos que no están aumentando al 3-4% mensual y que tampoco lo harán. Por lo que, esto tiene un impacto directo sobre los costos productivos. El otro son las paritarias: ¿logrará Economía que los sindicatos no reclamen aumentos por encima del 60%? Porque la mano de obra tiene un impacto directo en la mayoría de la economía y más en aquellos sectores mano de obra intensivos.
Muchos lejos están de que los llamen a un acuerdo de precios. Por ejemplo, importadores de productos de tecnología no tienen la posibilidad de ser convocados, porque son bienes terminados, y en cierta manera son considerado, pero no dejan de ser necesarios para la economía.
Mientras que muchos esperaban que la situación mejorara cuando se terminaran las importaciones y los pagos de energía, sigue siendo complicada y acumulada deudas por USD 30.000 millones y contando. Todo porque los pagos se siguen posdatando. Lo que nos lleva a preguntar: ¿Qué pasará en el invierno, si la demanda de energía nuevamente no puede ser satisfecha, por lo que hay que importar nuevamente y se suman las deudas comerciales? Hay que tener siempre presente que las importaciones de energía deben pagarse anticipadamente sino los buques no salen del puerto de origen. Básicamente como sucede con la mayoría de los productos.
Dos cosas son las que preocupan. En primer lugar, ¿Qué va a pasar con aquellos sectores que importan bienes terminados y que no son considerados para nada? Si no hay dólares para ellos, y tampoco se los deja ingresar al mercado financiero ¿Cómo van a importar? ¿Tenemos que decirles a miles de PYMES que bajen la cortina y se dediquen a otra cosa? ¿Y los bienes que traen quién los va a proveer? ¿A qué precio llegarán? En segundo lugar, para las empresas que, si hay dólares si entran en los acuerdos de precios, ¿Se les podrá cumplir? ¿Lograrán sobrevivir aceptando el acuerdo de precios? Quizás algunos puedan pensar que, por tres meses, podrían aceptar y de esa manera lograr las SIRA y seguir operando. El tema será si al momento del pago, estarán los dólares y el valor de estos. Los precios en dólares de la mercadería desde China siguen en alza y los fletes internacionales también, no se han ajustado post pandemia. Supongamos que sobreviven, en 90 o 120 días cuando se venzan los acuerdos, ¿Qué van a hacer con los precios? Probablemente, todos quieran hacer lo mismo ajustarlos de manera retroactiva. La famosa olla de presión de la que siempre hablamos. A menos que metas a todos los precios de la economía en un mega acuerdo, inclusive los del Estado cosa que no esta sucediendo, en algún momento la tapa salta y los precios se ajustan.
Terminamos el 2022 con desazón. Y nos preguntamos si 2023 será mejor, pero nada parece indicar que las importaciones tendrán un mejor futuro. Por lo menos, el primer semestre del año. Mientras persistan las trabas y el cepo, el comercio exterior seguirá complicado. Se eligió el villano, allá por junio de 2022 y salvó que algo cambie, seguirá así durante este año. Habrá que arremangarse y seguir luchando. El sector privado es el que mueve de verdad el país, y no podemos dejar que se caiga, mucha gente depende de ello.
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