Se conocieron los números de la pobreza en Argentina y la realidad es muy preocupante porque estos valores que brindo el INDEC corresponden al primer semestre del 2023. ¿Qué vendrá para el segundo semestre después de la devaluación y la aceleración de la inflación?
Viernes 29 de septiembre de 2023, Mg. Yanina S. Lojo
Datos duros de procesar los que dio a conocer el miércoles el INDEC con respecto a los niveles de pobreza de la Argentina. Duelen aún más cuando uno visualiza que no corresponden a agosto, sino que estamos hablando de sólo el primer semestre, enero a junio. Por lo tanto, no reflejan el impacto de la devaluación y la aceleración de la inflación. Pero el problema más serio está vinculado con el empleo, puesto que no cae, en otras palabras: los argentinos se empobrecen trabajando.
Según el Relevamiento de permanente de hogares que realiza el INDEC el 29,6% de los hogares se encuentra en la pobreza. Esto se traduce, cuando queremos medirlo en personas en un 40,1%, es decir, 11,8 millones de personas son pobres en nuestro país.
Más duro es ver el número de la indigencia, donde el 29,6% de los hogares se encuentra en esta situación, y por lo tanto 2,7 millones de personas – el 9,3% de los habitantes -, se encuentra en este contexto.
Lamentablemente, el 22,8% de los hogares no llegaba – en el periodo de análisis -, a cubrir las necesidades de la canasta básica total (CBT). Esto se traduce en 9,1 millones de argentinos que no logran atender las necesidades de la CBT, es decir, un 30,8%.
Las comparaciones odiosas
Lamentablemente, en economía siempre comparamos números para analizar la evolución y en este caso según informa el INDEC con respecto al segundo semestre de 2022, la incidencia de la pobreza se mantuvo sin cambios en los hogares y registró un aumento de 0,9 puntos porcentuales en las personas.
En el caso de la indigencia, mostró un aumento de 0,6 puntos porcentuales en los hogares y de 1,2 puntos porcentuales en las personas.
¿Por qué decimos que las comparaciones son odiosas? Porque en este caso hablamos de personas, argentinos que no pueden satisfacer sus necesidades básicas ni sus necesidades básicas alimentarias. ¿Cambia que hayan subido estos valores 1 punto porcentual o bajado 0,5 puntos porcentuales? Podríamos decir que son un indicador de que la situación ha mejorado o ha empeorado, pero nos olvidamos de que muchos individuos hace años están sumidos en la pobreza y la indigencia y no encuentran mecanismos para salir.
La Canasta Básica Total y la Canasta Básica Alimentaria
Como venimos hablando todos lo meses, cuando analizamos los números publicado con relación a la Canasta Básica Total (CBT) y la Canasta Básica Alimentaria (CBA), estás nos sirven para determinar donde se ubica la línea de la pobreza y la indigencia. Obviamente, esto está vinculado a los ingresos monetarios de los hogares. Según la información recabada por el INDEC con respecto al semestre anterior en promedio, el ingreso total familiar aumentó un 50,4%.
Según el mismo informe, las canastas regionales promedio aumentaron 52,6% (CBA) y 48,8% (CBT). Los ingresos en el período estudiado aumentaron a un nivel superior a la CBT e inferior a la CBA.
Por ello, concluye que los pobres no indigentes presentan un leve descenso y los pobres indigentes muestran un incremento mayor en términos relativos, lo que da como resultado, en conjunto, un aumento de la pobreza.
En línea con lo anterior, y teniendo en cuenta que la brecha de la pobreza es la distancia entre los ingresos y las canastas de los hogares pobres, el organismo que dirige Marcos Lavagna señala que la brecha de la pobreza de los hogares se ubicó en 37,8%.
El ingreso total familiar promedio de los hogares pobres fue de $124.071, mientras la CBT promedio del mismo grupo de hogares alcanzó $199.593. La distancia entre los ingresos de los hogares pobres y la CBT aumentó respecto del segundo semestre de 2022.
El dato que más duele
Cuando se hace una segmentación etaria de la pobreza y la indigencia, los datos se vuelven preocupantes. En cuanto a los grupos de edad según condición de pobreza, se destaca que más de la mitad (56,2%) de las personas de 0 a 14 años son pobres.
El porcentaje total de pobres para los grupos de 15 a 29 años y de 30 a 64 años es de 46,8% y 35,4%, respectivamente. En la población de 65 años y más, el 13,2% se ubicó bajo la línea de la pobreza.
Fuente: INDEC
Desagregando la información podemos ver que en el segmento etario de 0-5 años el 14,3% son indigentes, y pobres son el 42,6%. Es decir, en el momento más delicado para la formación de la psiquis de un ser humano, cuando debe recibir la mayor cantidad de nutrientes, estimulación y contención para que después pueda desarrollar su potencial hay más de un 14% que no cubre sus necesidades básicas de alimentación. Estamos hipotecando nuestro futuro.
También es importante señalar que en el segmento de “adolescente” la pobreza sube a casi el 60%, y la indigencia al 16,4%. Lo cual muestra una perspectiva muy negativa sobre el futuro de nuestros jóvenes.
La distribución geográfica
A nivel regional se observó un aumento de la pobreza en tres regiones y una reducción en las otras tres. La indigencia aumentó en todas las regiones.
Las mayores incidencias de la pobreza en personas se observaron en las regiones Noreste (NEA), 42,0%; y GBA, 41,4%.
Las menores, por su parte, se registraron en las regiones Patagonia, 33,2%; y Pampeana, 36,8%.
En los aglomerados de 500.000 y más habitantes se observó un incremento de la pobreza de 1,2 puntos porcentuales. En cambio, en los aglomerados de menos de 500.000 se observó una reducción de esta de 0,9 puntos porcentuales con respecto al segundo semestre de 2022.
Si queremos hacer un análisis más pormenorizado podemos revisar la evolución por ciudades. Allí la mayor cantidad de pobres se registró en Gran Resistencia, Chaco, con una tasa de pobreza del 60,3%, seguido por Concordia, con 58,3%.
En el caso del conurbano bonaerense el índice se ubicó casi siete puntos por encima del promedio nacional, con un 47%.
Para el análisis de la indigencia vemos que se repiten los participantes del podio: Resistencia y Concordia 18,8% y 18,1%, respectivamente. Mientras que en el conurbano bonaerense la misma se ubica en el 11,6%.
¿Y el impacto de la devaluación y de la inflación que se aceleró?
Bueno para eso deberemos esperar hasta el año próximo. Puesto que el INDEC no dará a conocer los datos del segundo semestre hasta el 2024. Pero claramente, serán más preocupantes que los actuales.
Estos números, no se observaban desde 2002, donde tras la crisis económica el índice de pobreza llegó al 57,7% y de indigencia al 27,5%. En el primer semestre de 2021, hubo un registro similar del 40,6% para la pobreza, pero aún se estaban haciendo frente a los coletazos de la pandemia y su efecto en la economía.
Claramente, la inflación es responsable de esta situación dado que los datos no se relacionan con el nivel de empleo en el país. Por ejemplo, la pobreza hoy se encuentra 15 puntos más alta que 2017 cuando la tasa de desempleo era mayor a la actual. La desocupación en el segundo trimestre se encuentra en el 6,2%. Esto muestra que hubo una caída de 0,7 puntos porcentuales con respecto a igual trimestre del año anterior y es el valor más bajo desde el comienzo de la actual serie estadística publicada por el INDEC, que se inició en 2004.
¿Entonces? Gracias a la inflación podemos ver cómo los argentinos se vuelven cada vez más pobres aún trabajando. Cada vez más argentinos ven como el esfuerzo que realizan a diario no es suficiente. Se quedan cortos. El problema es realmente muy serio. Porque en lugar de tomarse medidas para tratar de solucionar esta grave enfermedad de la economía argentina se la alimenta.
La deuda que no para de crecer
La situación económica del país expulsa a las personas del sistema, las lleva a la informalidad y, por ende, a la precariedad. ¿Dónde quedo la famosa movilidad social de la que tanto nos jactábamos los argentinos? Uno podía nacer en una familia humilde, pero con esfuerzo, trabajo y gracias a la educación pública en todos los niveles podía progresar. Pero las malas decisiones que se han tomado no dirían en los últimos años sino quizás en las últimas décadas han eliminado esta posibilidad. Cada vez es más difícil crecer en la Argentina. La pobreza ya es estructural.
Soy nieta y bisnieta de inmigrantes, como muchos argentinos. Inmigrantes que vinieron sin nada, solo sus dos manos y mucha voluntad de crecer. Expulsados de una Europa post guerra – puede haber sido la primera o la segunda guerra mundial -, donde había hambre, miseria y veían en América el futuro. Mis abuelos y mis bisabuelos trabajaron, y progresaron. Pudieron darle mejor calidad de vida a sus hijos, y posibilidades. Y ellos a nosotros. Pero hoy el país pareciera achicar esas opciones. Es verdad, no es el mismo mundo que en la década el 20’, del 30’ o del 40 incluso que en los 50’. Pero Argentina sigue tiendo los mismos recursos naturales, y las mismas posibilidades que hace doscientos años si se saben administrar.
Creo en la Argentina. Quizás aún pasados mis treinta años, conservo algo de inocencia. Yo creo que puede tener un mejor futuro. Apuesto al país. Aún cuando muchas veces me enoje por las decisiones, malas o muy mala, que se toman. Creo firmemente que la única salida es entre todos. Uniéndonos entre los argentinos, ayudándonos en un momento difícil como siempre lo supimos hacer. La adversidad siempre saca lo mejor de nosotros. Ya no tiene que ver con el partido político que cada uno profese, sino con entender que como país tenemos que ayudarnos entre todos para estar mejor. Si no, cada vez vamos a ir peor. No voy a decir que esta es una deuda de la sociedad, porque muchos se levantan todos los días a trabajar y tratar de aportar su granito de área para que el país crezca. Es una deuda que tiene la Argentina para con los argentinos. Muchos dan, pero cada vez menos reciben.
Creo que quien mejor lo pudo haber expresado fue Hemingway cuando en su libro Por quién doblan las campanas nos dice “Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la masa. Si el mar se lleva un terrón, toda Europa queda disminuida, tanto como si fuera un promontorio, o la casa señorial de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti.”
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