Desregulación estratégica y desafío tributario: el momento clave de la vitivinicultura argentina
- mgyaninaslojo
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La eliminación de casi 1.000 normas que regulaban al sector vitivinícola abre una ventana de oportunidad para aumentar la competitividad, simplificar procesos y potenciar las exportaciones. Sin embargo, esa medida convive con una presión impositiva récord que amenaza con neutralizar sus beneficios.
Viernes 7 de noviembre de 2025, Mg. Yanina S. Lojo

Hoy mediante la publicación en el Boletín Oficial de la Resolución Nº37/2025 INSTITUTO NACIONAL DE VITIVINICULTURA se llevó adelante una de las más fuertes desregulaciones del sector vitivinícola marcando un punto de inflexión para la industria argentina. Al liberar al mercado de trámites y barreras administrativas, se envía un mensaje claro: el Estado busca acompañar a las empresas que producen, innovan y exportan.
Un nuevo marco regulatorio para modernizar al sector
La Resolución 37/2025 del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), publicada el 7 de noviembre en el Boletín Oficial, representa uno de los procesos de modernización más amplios del organismo en décadas. La medida unifica más de 900 normas dispersas en un digesto único e integral, simplificando los requisitos aplicables a la producción, industrialización, fraccionamiento, comercialización, exportación e importación de productos vitivinícolas.
Entre los principales cambios se destacan la digitalización de trámites, la incorporación de declaraciones juradas electrónicas, y un sistema de fiscalización inteligente basado en riesgos, que reemplaza las inspecciones presenciales rutinarias por controles posteriores más eficientes. Además, reduce la duplicación de certificaciones de laboratorio y facilita la trazabilidad digital de los productos a lo largo de toda la cadena.
La norma —que entrará en vigencia el 1° de enero de 2026— fue elaborada con participación del sector privado, lo que le otorga mayor previsibilidad y consenso. Este nuevo marco busca modernizar la relación entre el Estado y las bodegas, promoviendo una fiscalización más ágil y transparente, y liberando tiempo y recursos para que las empresas se concentren en producir, innovar y exportar.
Un impulso necesario para las economías regionales
Esta decisión impacta de lleno en bodegas, cooperativas y PyMEs del interior —especialmente en Mendoza, San Juan, La Rioja y Catamarca— que enfrentan desde hace años un entramado regulatorio complejo, costoso y muchas veces anacrónico.Reducir la burocracia implica más tiempo y recursos para innovar, invertir y generar empleo de calidad, además de favorecer la competitividad internacional de los vinos argentinos, reconocidos en más de 120 mercados.
Datos de exportación recientes
En 2024, las exportaciones vitivinícolas (vinos, mostos, pasas y uva en fresco) alcanzaron US$ 931,6 millones, lo que representó un crecimiento del 15 % interanual.Sin embargo, los primeros datos de 2025 muestran un retroceso: entre enero y julio, el volumen exportado cayó 6,9 % interanual, alcanzando 58,1 millones de litros. La recuperación de la competitividad, por tanto, dependerá no solo de la simplificación normativa, sino también de factores estructurales que afectan los costos internos y externos de la cadena productiva.
La presión tributaria: el freno silencioso
El dato que preocupa al sector es que Argentina posee una de las cargas fiscales más altas del mundo sobre el vino. Según estimaciones recientes, el 41,8 % del precio final de una botella corresponde a impuestos.Esto significa que, de cada $100 que paga el consumidor, casi $42 van al Estado.El peso impositivo no solo reduce la rentabilidad, sino que también desalienta la inversión, encarece la logística y resta competitividad frente a otros países productores como Chile, España o Italia, donde la presión tributaria es sensiblemente menor.
En un contexto de márgenes ajustados, esta estructura fiscal actúa como un freno invisible: las bodegas argentinas producen con estándares internacionales, pero venden con costos internos desproporcionados.Por eso, la verdadera transformación del sector no depende solo de eliminar regulaciones, sino de revisar un esquema tributario que castiga la producción y el agregado de valor.
Hacia una estrategia integral
La desregulación es una buena noticia: mejora la eficiencia y reduce los costos administrativos. Pero para consolidar el crecimiento, el país necesita avanzar en una reforma tributaria inteligente, que incentive la producción, simplifique el cumplimiento y premie la exportación de bienes con valor agregado.
La industria vitivinícola —emblema de calidad, trabajo regional e identidad argentina— tiene potencial para duplicar su volumen exportador y diversificar mercados.El desafío es que las reglas del juego acompañen: menos trabas, menos impuestos distorsivos y más impulso a quienes todos los días hacen posible que Argentina compita en el mundo.




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