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La inflación y las expectativas

El gobierno anunció a través de su secretario de Comercio la necesidad de extender el programa de Precios Justos y bajar aún más el porcentaje de aumentos pautados, en un intento de desacelerar la inflación tras la escalada del dólar. ¿Servirán estás medidas?

Martes 31 de enero de 2023, Mg. Yanina S. Lojo


Según comenzó a circular la semana pasada, el Ministerio de Economía buscaría relanzar el Programa de Precios Justos para finales de esta semana después de que la mayoría de las consultoras privadas dejaran trascender que el piso de la inflación de enero estaría en el 5%. Las más optimistas la ubican cerca de este valor, las más pesimistas hablan de valores cercanos al 6%. Y los más modestos hablan de un 5,5%. Pero la mayoría coincide que la inflación durante el primer semestre del año difícilmente pueda perforar este valor. La suba del dólar este último mes, el incremento de la brecha cambiaria y la suba de la emisión atentan contra los planes del gobierno de una inflación del 3%.

Muchas empresas comenzaron a recibir la citación para reunirse con funcionarios nacionales. La idea es extender el programa hasta junio cuando llegaba en algunos casos hasta fin de febrero y en otros hasta marzo.


El Programa sería 4x3 y estaría en primer lugar fuertemente direccionado al sector del consumo masivo en supermercados y mayoristas. Si el Programa original que finalizaba el 28 de febrero era 4x4 (cuatro meses con una pauta de aumento de no más de 4%), la idea sería que llegue hasta junio con aumentos que no superen el 3,2% promedio mensual.


Hoy el programa abarca unos 30.000 productos de unas 358 empresas. La idea de Economía es llegar a un total de 500 firmas. Y no se ha definido qué sucederá con la canasta de dos mil productos que desde octubre de 2022 tienen sus precios congelados.


¿Qué motivó esta decisión?


Según explicó el mismo Tombolini, en una entrevista dada esta semana, el objetivo del equipo económico era bajar un punto de inflación cada dos meses. En julio el IPC fue de 7,4%, en septiembre 6,2%; sin embargo en diciembre volvió al 5% y en enero se espera que se mantenga dentro de estos niveles.


La suba fuerte del dólar libre y de los dólares financieros ha incrementado la brecha, el incremento de las tarifas de muchos servicios públicos, están generando una fuerte suba de los costos locales. La falta de insumos importados está haciendo mella en la producción, reduciendo la oferta. Asimismo, la incertidumbre sobre el valor del dólar al momento de poder reabastecer termina impactando sobre los precios. El mercado observa que el costo de reposición se dispara, por lo cual, sostener precios a tasas tan bajas es prácticamente imposible para una PYME.


¿Cuál es el plan de cara a junio?


De los acuerdos vigentes (combustibles, textiles, indumentaria, calzado, celulares, insumos difundidos y medicamentos), se buscará incluir nuevos como materiales de construcción y la canasta escolar. También se intentará sumar a los comercios de cercanía y a los supermercados chinos.


¿Qué dicen las empresas?


Aunque algunas estarían más proclives a negociar, la mayoría ya alzó la voz por diferentes motivos. Por ejemplo, las alimenticias tienen dos problemas: por un lado, el tema de la fiscalización del programa. Por otro lado, les prometieron la aprobación de las SIRA para seis meses de operaciones y no se les ha cumplido. Algunas solamente han logrado que se les acorten los plazos.


El alza en los costos locales, la indexación de los impuestos tampoco ayuda a que las empresas estén muy dispuestas a negociar. Desde el sector privado no dejan de señalar que los aumentos que han recibido de los costos nacionales rondan entre el 6% y el 7%. A eso, se le suma que falta todavía la negociación con los sindicatos. ¿Podrá el ministerio de Economía convencerlos de no pedir grandes ajustes?


Algunas firmas estarían dispuestas a negociar el acuerdo a junio si se reducen los productos que quedan en el esquema del 3,2% mientras que se arma un segundo listado con aumentos de hasta el 9%.


La inflación y las expectativas


El mayor problema que hay hoy, más después del comportamiento del dólar del último mes, es que se han desplazado las expectativas. El mercado no confía en que desde Hacienda podrán cumplir con la pauta de inflación que habían establecido.


Lamentablemente, el programa económico no está atacando la causa inmediata de la inflación: la enorme cantidad de dinero circulando en la economía. Hay varios motivos por lo que se suele producir esta situación, que no vamos a analizar en este artículo, pero si podemos decir que la inflación termina convirtiéndose en un impuesto directo e indirecto, que afecta a todos los ciudadanos. En particular, cuando nos encontramos con esquemas tributarios, como en la Argentina, donde debido a la inflación uno puede ir saltando de escalón en escalón en un esquema de progresividad fiscal, viéndose castigado por mayores impuestos aunque realmente el ingreso no se ha modificado. Las actualizaciones que se hacen, por ejemplo, sobre el piso del impuesto a las ganancias en general resultan insuficientes, o bien, tienen efecto durante unos meses.


La mayoría de los gobiernos, no sólo en la Argentina, intentan apenas asoma la posibilidad de una recesión sostener la economía mediante la emisión, esto alimenta la inflación que distorsiona no sólo los precios sino el resto de las variables económicas. Las autoridades deciden comenzar a subir las tasas de interés, lo cual afecta el crédito y golpea directamente el consumo y la inversión que alimenta la producción y contrarresta la caída en la actividad económica.


La única manera de controlar la inflación es limitar la emisión de billetes, y para ello, se vuelve necesario que el gasto público disminuya. Una vez aplicada la solución el inconveniente es que la respuesta no es inmediata, como consecuencia de la inercia de los precios. De reducir la cantidad de circulante, los precios no van a responder con la misma rapidez en su contracción. Debe transcurrir un periodo de tiempo antes de que éstos empiecen a responder.


Hay suficiente evidencia empírica, tanto local como internacional, que las políticas de controles de precios y salarios no sirven para solucionar el problema de la inflación. Es un mecanismo que busca dar la sensación de qué se está intentando corregir el problema mientras se aplaza la toma de decisiones que pueden tener un impacto real. ¿Por qué? Porque de hacer lo necesario habría consecuencias políticas y sociales que no se desean asumir. De esta manera, en el corto plazo se trata de atender los síntomas sin remediar la enfermedad de fondo. Pero en un momento la presión es tal, que se pierde el control. Ya no alcanza con un medicamento para bajar la fiebre y seguir. Habrá que ir más a fondo y realmente atacar con todo. El problema es que más difícil será el camino para volver a tener una economía sana.

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