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¿Y si bajamos los impuestos?

La serie de anuncios y medidas que han dejado entrever que la idea del gobierno es solventar el costo del ajuste mediante tarifazos y la suba de impuestos. Ante eso, nos ponemos a pensar ¿no hay otro camino?

Martes 23 de agosto de 2022 Mg. Yanina S. Lojo


El equilibrio fiscal consiste en que los ingresos y los egresos deben estar equiparados. Cualquier desequilibrio genera que haya déficit - se gasta más de lo que ingresa -, o superávit, cuando el gasto es inferior a los ingresos. Ambas situaciones no son buenas o malas por sí mismas, pero el tema de fondo es cómo se sostienen en el largo plazo y qué implican. Por ejemplo: si tenemos superávit fiscal pero el sistema público educativo o de salud no cumple con las necesidades del pueblo estaríamos en una situación no deseable. A la vez, si el déficit responde a una situación particular puesto que el país invirtió en el desarrollo de la economía podría ser visto con buenos ojos. Sin embargo, si gastamos más de lo que ingresa necesitamos contar con financiamiento.

Según estudios realizados por la consultora Ecolatina, los ingresos durante el primer semestre tuvieron una variación interanual positiva del 10% en términos reales, habiendo excluido los ingresos por el aporte solidario. Por otro lado, la variación interanual del gasto primario se incrementó un 11% también en términos reales. El gasto primario consiste en la suma de gastos corrientes y de capital, habiendo excluido los gastos por pago de intereses de deuda. Esta misma consultora arroja información sobre cómo se compuso el aumento en este gasto: el 70% corresponde al crecimiento de los subsidios y prestaciones sociales. Mientras que el 20% al crecimiento interanual de los subsidios que, se explica por el retraso en la quita de los subsidios y el aumento de los costos de los servicios. El 10% restante viene dado por el crecimiento interanual de la fórmula de movilidad.


Mientras UNICEF nos alerta que el 7% de los niños argentinos - aproximadamente un millón de chicos - saltea una comida, el precio de los alimentos sigue subiendo y lo único que se les ocurre a las autoridades es pensar en relanzar programas de Precios Cuidados que jamás han dado resultado. ¿Por qué no probamos algo diferente? ¿Por qué en vez de subir los impuestos, los bajamos y vemos qué pasa? ¿Por qué no controlamos lo que el Estado gasta, en lugar de seguir gastando lo mismo, y subiendo la recaudación para financiar el gasto?


¿Qué impacto tiene la baja de impuesto?


Más allá de que la baja de impuesto tiene un impacto directo sobre la recaudación en el corto plazo, en el mediano - largo plazo genera lo contrario.

Uno de los principios generales de la economía es que los recursos son escasos, y cómo se asignan tiene un impacto en el desarrollo de la actividad comercial y en el crecimiento económico de un país. El dinero en mano de los consumidores implica un incremento en el consumo. Lo cual tiene el consecuente impacto en el crecimiento de la demanda y de la economía. Al haber más personas demandando, mayor es la cantidad de productos que se requieren, y si bien esto podría tener un impacto en el precio, la disponibilidad de recursos en manos de la industria posibilitaría que se incremente la capacidad instalada y se pueda abastecer a un mercado pujante.

El capital es un recurso, por lo cual una baja en los impuestos a las empresas hace que estas posean un mayor nivel de capital disponible que pueden destinar a invertir para poder aumentar la oferta, la calidad de los productos que ofrecen - invirtiendo en desarrollos tecnológicos -, o bien, mejorando las posibilidades de financiar planes de exportación. A la vez, esto generaría mayor demanda de mano de obra, incrementando el empleo en el sector privado.

En el mediano - largo plazo, la recaudación comienza a incrementarse no por valor sino por volumen. Como se vende más, aún con una alícuota menor en los impuestos, la recaudación comienza a crecer.

La práctica demuestra además que cuanto mayor es la presión tributaria, mayor es la tendencia que tienen los contribuyentes a evadir: el diseño de los impuestos, la superposición de estos, así como también la dificultad para cumplir con los mismos, hace que cada vez más gente opte por la informalidad.

Obviamente el Estado debe cobrar impuestos, para de esa manera redistribuir recursos y asignarlos a aquellos sectores que son de administración exclusiva de éste y mejorar la calidad de vida del pueblo en general. Pero en medio de una crisis alimentaria como está sufriendo el país ¿no sería mejor que en vez de crear comisiones para luchar contra el hambre - que requieren la asignación de presupuestos para estar operativas - se bajara la alícuota del IVA a los alimentos? La semana pasada UNICEF publicó un informe donde manifestaba que el 7% de los chicos saltean una comida:

Del informe también se desprende que el impacto es aún mayor en los sectores donde hay apoyo alimentario por parte del gobierno como viandas, bolsones o Tarjeta Alimentar. Entonces, ¿no estamos haciendo una muy mala administración de los recursos? La baja del IVA en otros sectores podría discutirse en otro momento, en función de un plan económico que apunte a desarrollar y potenciar diferentes sectores productivos. Muchas economías de primer mundo recurren a bajas del IVA por periodos de tiempo determinado como incentivo a la producción. Pero en el caso de los alimentos la respuesta tiene que ser YA. Los planes de Precios Cuidados han fracasado.


En medio de la suba del costo de la energía y del combustible, muchos países han optado por bajar los impuestos que se aplican sobre estos para que el impacto de la suba de las tarifas no sea tan fuerte para los consumidores. Mientras que en la Argentina no sólo subimos las tarifas, sino que además cobramos impuestos sobre impuestos. ¿Existe algo más distorsivo que el Impuesto a los Ingresos Brutos? ¿Las tasas municipales que también usan como base imponible las ventas brutas no son distorsivas? Todas estas distorsiones tienen un impacto directo sobre el precio final que llega al consumidor.


¿Hay que bajar todos los impuestos?


El FMI realizó un estudio sobre la estructura tributaria de América Latina, comparando el desarrollo económico de estos países y los países miembros de la OCDE. Dentro de las conclusiones a las que ha llegado dicho organismo menciona que el IVA es el impuesto que más ayuda al crecimiento económico de un país en el largo plazo. La Argentina es uno de los países que posee para el IVA una de las alícuotas más altas y con menos discriminación por actividad. El problema del IVA es que lo pagan todos los consumidores sin distinción de ingresos.

El mismo informe del FMI menciona que lo más conveniente para la economía es la reducción del impuesto hacia las empresas, ya que en América Latina se pagan impuestos superiores a los que se ven afectadas las personas jurídicas en los países de la OCDE, más si se tiene en cuenta el nivel de los ingresos.

En nuestro país, siempre hemos optado por poner muchos y altos impuestos. Y después invitamos a la gente a moratorias con quitas importantes. El mensaje siempre termina siendo: es mejor evadir y esperar que te agarren que pagar a tiempo.


¿Podemos crecer solo con la baja de los impuestos?


No. Necesitamos otro tipo de iniciativas que generen confianza en el sector productivo para que invierta. Ese ha sido el principal inconveniente para que el círculo virtuoso de la baja de impuestos pueda llegar a buen camino. Las veces que se han intentado bajar las alícuotas de algunos impuestos nos hemos quedado a medio camino. Se necesitan no solo reformas tributarias sino también laborales, así como brindar seguridad jurídica. Un compromiso de que las políticas asumidas se mantendrán en el tiempo para que las empresas ganen confianza y puedan embarcarse en desarrollos que duren más de cuatro años. Los cupos, las trabas, las restricciones tanto a las exportaciones como a las importaciones y al acceso de divisas atentan contra el comercio y los precios porque introducen ineficiencias que luego son pagadas por los consumidores.

También hay que tener en cuenta que hay muy poca confianza de parte de los ciudadanos en el uso de los recursos por parte del Estado. En lugar de ver mejoras en aquellos sectores donde deberían ver invertidos sus recursos, como salud, educación y seguridad, ven una caída fuerte en la calidad. Las denuncias de corrupción y de estafas al Estado por parte de funcionarios públicos tienen un impacto directo en la opinión pública y su predisposición a pagar los impuestos.

A la luz de esta información no cabe duda de que deberíamos trabajar en una mejora del sistema tributario argentino entre otros cambios. Sin embargo, ante la posibilidad de limitar la caja a las provincias lo primero que piensan los gobernadores es en subir los impuestos provinciales para seguir solventando sus economías, donde el principal empleador no es el sector privado - como debería ser en una economía sana - sino el sector público. Si seguimos apretando a los contribuyentes cada vez van a ser más lo que decidan irse y empiecen a operar en la informalidad.


Bibliografía Consultada:

Ormaechea y Loor. "Los impuestos pueden apoyar el crecimiento y reducir las desigualdad en América Latina y el Caribe" , 2021, FMI. https://www.imf.org/es/News/Articles/2021/12/10/na121021-Taxes-Support-Growth-Reduce-Inequality-Latin-America-Caribbean (Consultada 21/08/2022)

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