En 2024 el comercio exterior argentino dio un giro de 180º, y aunque quedan obstáculos por sortear y cuestiones mejorar el pasado quedo atrás y hoy la actividad gana relevancia con el foco puesto en la facilitación y la simplificación para lograr un impacto positivo.
Martes 10 de diciembre de 2024, Mg. Yanina S. Lojo
Largo fue el camino que hubo que desandar, pero se hizo a paso firme, sin dudas ni retrocesos. Se tomaron decisiones que costaba pensar o imaginar que podrían suceder en nuestro país después de años y años de burocratización que habían dado lugar a una gran cantidad de vicios. Generando ineficiencias para la producción, pero con un significativo impacto en el consumidor.
La simplificación, la madre de las batallas
Durante todo el 2024 hemos visto como poco a poco, capa por capa, se han ido removiendo años de burocratización. Con la llegada de la nueva Administración llego la SEDI, cuya aprobación es casi automática; se eliminaron las Licencias de Importación, pero eso solo fue el comienzo. Porque en el transcurso de los últimos doce meses se eliminaron procedimientos obsoletos, se actualizaron y revisaron reglamentos técnicos para hacerlos más sencillos y utilizar las herramientas que nos da la tecnología. También se eliminaron cuestiones que desde la óptica anterior generaban “control” y garantizaban “protección” cuando lo único que realmente producían eran tiempos muertos y extra-costos, por ejemplo, la participación de veedores en las verificaciones de despachos de importación.
Los cambios también fueron destinados a mejorar la situación de las empresas exportadoras argentinas. Se terminaron los cupos que se habían implementado argumentando proteger a los argentinos, siendo el caso más emblemático el de la carne, cuando los empresarios del sector explican que nada más alejado con la realidad sucedía. ¿Por qué? Porque la mesa de los argentinos se nutre en su mayor parte de productos que no son consumidos en otros países. Por lo que la medida, vista desde el sector solo fomentó la desinversión.
Habrá quienes consideran que la eliminación de los valores de referencia y criterio genera una pérdida de control y que podrá dañar a la economía argentina. Pero la realidad es que el control se sigue ejerciendo, solo que ex post reduciendo tiempos y por tanto costos. Además, muchos de estos valores estaban tan desactualizados que no representaban la realidad solo generaban distorsiones en el mercado.
El control no se basa, como casi todo en la vida, en la cantidad sino en la calidad. Podemos muchos mecanismos de control, intrincados, abusivos y aun así tener un colador – muchas veces para unos pocos favorecidos que hacen negocios -, donde el mayor perjudicado es el ciudadano de a pie que recibe productos de baja calidad y a precios irrisorios.
El alivio tributario, el siguiente paso
Otra de las cuestiones claves para mejorar la competitividad y reducir el costo argentino es el alivio tributario que en menor medida se fue implementando con algunas medidas quirúrgicas. Desde la reducción y eliminación de algunos aranceles de exportación, hasta la baja de derechos de importación fueron quizás las más significativas, pero no las únicas.
Tenemos hasta el 31 de diciembre vigente el beneficio impositivo para la importación de bienes de la canasta básica que permite que al momento de hacer el despacho a plaza no se pague el IVA Percepción (20%) ni el Anticipo de Impuesto a las Ganancias (6%). Además, el mismo tratamiento se aplica para determinadas posiciones importadas por empresas con Certificado Mi PYME.
También esta la reducción de la alícuota y la próxima eliminación del Impuesto País. Muchos han mencionado que fue esta Administración la que aplicó la suba en diciembre, lo cual es correcto. Pero también cumplió con su compromiso de que, en cuanto fue posible, volver al porcentaje anterior del 7,5%. Además, a pocos días de que la Ley venza se dispuso la eliminación del pago a cuenta del 95% en los despachos de importación. Es implica que un mes antes el Estado estuvo dispuesto a dejar de recaudar a fin de dar confianza en el proceso para que las empresas pudieran empezar a reflejar este cambio en sus precios.
Hay quienes dirán que los precios no bajan aun con la quita de impuestos. Pero tampoco siguen subiendo lo cuál es positivo. Recordemos que diciembre del año pasado nos había dejado con una inflación superior al 20% mensual. Y hoy estamos corriendo a un valor inferior al 3%. Sigue siendo alto, pero sigue una tendencia a la baja.
Obviamente, queda la cuenta pendiente de las retenciones. Algunos rumores indican que podría presentarse un proyecto de Ley para aplicar una reducción para algunos productos. Poco se sabe si esto realmente será así, ni a qué productos alcanzará. Lo que si sabemos es que, aunque ayudaría, la clave es que se eliminen las retenciones para potenciar las exportaciones del campo.
La salida del cepo, el camino más intrincado
Cuando la nueva Administración asumió las Reservas Netas Internacionales eran negativas por casi USD 11.000 millones y la deuda por importación de bienes y servicios ascendía a más de USD 42.800 millones, luego del empadronamiento. También sabemos que muchas empresas no pudieron por diversos motivos registrar sus operaciones pendientes.
Para tratar de solucionar este problema, con un Banco Central sin reservas, se implementaron dos mecanismos: las tres series de BOPREAL por USD 10.000 millones y el acceso especial para Mi PYME. Obviamente, estas soluciones no alcanzaron ni fueron útiles para todos, pero el mercado financiero salió a brindar nuevas herramientas. Y poco a poco muchas empresas fueron canalizando sus obligaciones pendientes. ¿Quedan muchas empresas con deuda? Quedan. Muchas aún esperan la salida del cepo, pero tantas otras han logrado resolver sus deudas.
La realidad es que la política que implementó el anterior gobierno que aprobaba operaciones, pero no autorizaba los pagos nos dejo con la reputación destruida ante nuestros proveedores. Algunas relaciones lograron salvarse, otras se perdieron para siempre. Y la realidad es que mucho tiempo nos lleva construir un vinculo para después perderlo por cuestiones que no son completamente ajenas.
En el proceso de normalización había que también ordenar el futuro, y mal que nos pese, la idea de poner plazos para acceso al MULC según el tipo del producto fue la única herramienta que había en un momento en que no había dinero disponible. La buena noticia es que poco a poco se está normalizando la situación: pasamos de un esquema de pago en cuatro cuotas, o 180 días a que todo se pueda cancelar a 30 días de la fecha de oficialización.
Los bienes de capital no tenían originalmente ningún tipo de tratamiento especial, para luego se les permitió a las PYMES comenzar a hacer un pequeño anticipo. ¿Es poco? Para los que estamos en el comercio exterior sabemos que un 20% tiene saber a poco, pero es mejor que nada.
Ahora se le sumó la posibilidad de que aquellas empresas que posean dólares puedan acceder al Mercado para pagar antes de los plazos: anticipado para bienes de capital, visto o diferido sin esperar para el resto de los bienes.
¿Qué falta? Mucho claramente. El reclamo de todos los operadores es y sigue siendo que regrese la posibilidad de pagar anticipadamente o en las condiciones que los proveedores nos requieran. Todo lleva tiempo y las reservas siguen siendo negativas. Algunos además piden que se elimine la norma que impide que se opere en el mercado financiera en simultaneo. Es de esperar que poco a poco se termine de normalizar la actividad. Las señales que ha dado el gobierno es que a medida que puede, levanta una capa del cepo.
La apertura comercial como clave
Otro cambio significativo es la decisión política de buscar la apertura comercial de nuestro país mediante la celebración de acuerdos de libre comercio. El paso que se dio la semana pasada en la reunión del MERCOSUR es muy significativo. No solo no hemos roto con el bloque, si no que planteamos la necesidad de que este recobre la iniciativa inicial y comience a trabajar en post de la celebración de tratados para potenciar la región. Pero además se avanzo en el acuerdo con la Unión Europea después de 25 años de negociaciones.
Argentina necesita vender más, pero para ello deberá comprar más. No sólo porque así lo demanda la industria sino porque es necesario para ir participado cada vez más activamente en el tablero global.
No es industria versus comercio exterior
Entre el 70/80% de lo que importamos está destinado a abastecer a las cadenas productivas del país. Entonces: ¿por qué siempre pensamos que es una cosa o la otra? Ese pensamiento atrasado nos ha impedido que la industria nacional se modernice, adopte nuevas tecnologías y tendencias, pueda innovar y salir al mundo con mejores productos, de manera más competitiva.
Claramente, los mayores perjudicados han sido los argentinos que han estado pagando sobreprecios por productos que en el resto del mundo se adquirían a un valor muy inferior. Parte de la culpa la tiene nuestro sistema tributario y laboral. Pero también las trabas a las importaciones.
Estamos tan lejos de los centros productivos y de consumo, que necesitamos ganar competitividad más allá de un tipo de cambio. Necesitamos mejoras de raíz: infraestructura, reducción de impuestos, una logística que pueda minimizar los costos con todas las herramientas que hoy tiene disponible en un país con distancias enormes, un sistema laboral del siglo XXI, y así podemos seguir nombrando cuestiones.
Que la memoria no nos falle
Hace un año atrás existía la SIRA y la SIRASE, las Licencias Automáticas y las Licencias no Automáticas. Nada, ni un bien ni un servicio podía importarse en la Argentina sin contar con una autorización previa. La cual no llegaba nunca para algunas empresas. Durante todo 2023 hubo organizaciones que no lograron realizar operaciones de comercio exterior, aunque siempre habían operado sin problemas.
Pasaban 30,60 y 90 días y las SIRA no se aprobaban y nadie daba respuesta. Funcionarios de un organismo del Estado tenían total autoridad para determinar quién, cómo y cuándo podía importar. ¿Y qué pasaba? Faltaban insumos, materiales, medicamentos, marcapasos, elementos ortopédicos, repuestos, entre muchas otras cosas. Y aquello que ingresaba se paga al precio que el operador consideraba. ¿Por qué? Porque nunca sabía cuándo lo iba a poder pagar, es decir, a qué tipo de cambio, ni si iba a poder reponerlo.
Padecimos la CCUCE, el CEF, los abusos y las millones de cuestiones que nos dejaban fuera de juego. Corríamos atrás del tipo de cambio, la actualización de precios, y la inestabilidad y la imposibilidad de proyectar.
Una forma de pensar distinta
Podemos no estar de acuerdo con todo, podemos no estar de acuerdo con las formas, pero si sabemos que hay un cambio en la forma de pensar el comercio exterior y que es clave para mejorar la Argentina y a su vez, la calidad de vida de los argentinos.
El comercio exterior es un aliado que nos permite mejorar nuestras cadenas productivas, potenciar nuestros negocias, adquirir experiencia, incorporar tendencias e innovación. Y los consumidores serán los principales beneficiados.
De a poco, paso a paso, pero el comercio exterior va recuperando su papel como parte del circulo virtuoso de la economía. Argentina se quiere reinsertar en el mundo después de años aislada. Queda mucho por hacer, pero vamos de a poco por el sendero correcto. Ojalá sigamos así. Ojalá que el año próximo haya más PYMES exportando. Ojalá que la economía el año próximo crezca y que poco a poco todos estamos mejor. Todos estamos en el mismo barco, y necesitamos tirar todos juntos para que salgamos adelante. Todos juntos.
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